domingo, 29 de agosto de 2010

Antesala de una retrospectiva



“Elegí ponerle La Fabriquera porque me gustaba mucho, lo había escuchado en un par de tangos y me habían contado que a las operarias, a las obreras del frigorífico Swift, le decían fabriqueras o diqueras, despectivamente. Y me gustaba porque era un nombre que tenía que ver con fabricar, pero remitía a un lugar más artesanal. No era un fabricante de zapatos, era un fabriquero/a de cosas un poco más raras o no materiales. También porque hay muchos recuerdos o evocaciones de la infancia, de ir a Berisso y ver en el camino esos tanques de YPF. Entonces diseñamos la entrada, que también daba nave espacial o silo. Quería darle una impronta de orillero, por eso también la chapa de la puerta que remite a Berisso y Ensenada”.

La Fabriquera es un espacio de producción cultural, fundamentalmente abocado al teatro, la danza y la música.
Corría el año 1995, cuando abrió sus puertas por primera vez en una vieja carpintería de la ciudad de La Plata. Por sus salas y patios pasaron numerosos artistas del ámbito local, de diversos lugares del país y también de otras latitudes.
Y es por eso que La Fabriquera vive, aún hoy sin un lugar fijo, en todos aquellos que la hicimos posible, ya sea en los que estuvimos sobre sus escenarios como en los cientos de personas que la convirtieron en un lugar propio, un espacio de encuentro y de referencia cultural. Porque en La Fabriquera se trabajó siempre, mucho y atendiendo a la calidad de sus espectáculos. Y esa experiencia perdura.
En 2008, la casa se vendió, y además de renovar nuestro deseo empecinado de seguir con el proyecto, fuimos conscientes en los múltiples aportes de todos los que pasaron por las largas noches de despedida, de nuestra responsabilidad con la continuidad de este lugar que pertenece a la actividad cultural de nuestra ciudad. Sentimos en cada una de las personas que nos acompañaron en esas entrañables veladas antes del cierre de la casa, la urgencia de restituir un sitio que ya pertenece al quehacer cultural de la comunidad. Y vivimos el cierre de nuestra sala como una situación de emergencia para todos los que participamos de ese quehacer.

Por eso hoy, la fabriquera es itinerante, mientras va en busca de su nuevo sitio.

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